Fuente: www.abc.es
José Manuel Nieves
Por primera vez se encuentra un fragmento del impacto de un cometa sobre la Tierra, que fundió la arena del desierto en vidrios empleados como joyas por los antiguos egipcios
Cuando en
1922 Howard Carter y Lord Carnavon hallaron la tumba del faraón Tutankhamón en
el Valle de los Reyes, la noticia dio la vuelta al mundo, en una época en la
que semejante difusión no era algo fácil de conseguir. Entre las maravillas
encontradas por los arqueólogos en aquel mausoleo, la imagen de la máscara
funeraria de oro ha sido siempre la más popular. Y sin embargo, hay otra pieza
que no levantó tanta admiración en su día, pero cuya imagen está dando la
vuelta al mundo hoy, 91 años después del hallazgo.
Jon Bodsworth. Pectoral del rey hallado en la tumba
de Tutankhamón. El escarabajo del centro está esculpido en un vidrio de sílice
formado por el impacto del cometa
Se trata de un pectoral, un colgante con un gran escarabajo de vidrio
de sílice en su centro. La gema, pulida por los artesanos, era uno de los
llamados vidrios del desierto de Libia, piedras de color amarillo que se
encuentran dispersas en un área de 6.000 kilómetros
cuadrados del Sáhara, que tienen unos 28 millones de años de antigüedad y que
son conocidas desde el Pleistoceno. No así su origen: para que la arena
cristalice de este modo se requiere una temperatura extremadamente alta, lo que
sugería la explosión de un meteorito. Ahora, un equipo multidisciplinar de
científicos surafricanos ha desentrañado por fin el secreto de estos vidrios y,
con ello, ha mostrado la primera prueba jamás conocida del impacto de un cometa
sobre la Tierra. Los resultados se publican en la revista Earth and Planetary
Science Letters y se presentan este jueves en una conferencia en la Universidad
surafricana de Witwatersrand.
Se conocen muchos casos de impactos de meteoritos en nuestro planeta.
Por el contrario, nunca se han encontrado restos de cometas, a excepción de
algunas partículas de polvo a gran altitud en la atmósfera y de ciertos
residuos carbonados en el hielo de la Antártida. “Los cometas siempre visitan
nuestros cielos; son esas bolas de nieve sucia, de hielo mezclado con polvo.
Pero nunca antes en la historia se ha encontrado material de un cometa en la
Tierra”, señala el coautor del nuevo estudio David Block, de Witwatersrand.
De hecho, el interés científico de este tipo de material ha impulsado el
desarrollo de misiones espaciales destinadas a recoger muestras de estos
cuerpos errantes. “La NASA y la Agencia Europea del Espacio (ESA) gastan miles
de millones de dólares en recoger unos pocos microgramos de material de cometas
y traerlos de vuelta a la Tierra”, apunta el director del estudio, el
geoquímico de la Universidad de Johanesburgo Jan Kramers. “Ahora tenemos un
abordaje radicalmente nuevo para estudiar este material”, presume.
El trabajo de Kramers, Block y sus colaboradores no se limita a explicar
la cristalización de la arena, sino que revela un enorme hallazgo, un fragmento
del cometa que provocó el fenómeno. Su trabajo se ha centrado en un misterioso
guijarro negro que un geólogo egipcio encontró hace años en una zona de vidrio
de sílice al suroeste de Egipto. En un principio pensaron que podía tratarse de
un tipo inusual de meteorito, pero los análisis químicos practicados a la
piedra descartaron una a una todas las hipótesis. No era carbón terrestre, ni
roca meteorítica, y sin embargo ciertos isótopos apuntaban sin cuestión a un
origen extraterrestre. Solo quedó una explicación: tenían entre manos el primer
espécimen macroscópico procedente del núcleo de un cometa. Kramers recuerda el
momento con emoción: “Es la típica euforia científica, cuando eliminas todas
las demás opciones y llegas al convencimiento de lo que debe ser”.
Microdiamantes Hipatia
El hallazgo ha permitido a los investigadores reconstruir lo ocurrido
hace 28 millones de años, cuando un cometa penetró en la atmósfera terrestre y
explotó sobre Egipto, esparciendo sus restos y fundiendo la arena del desierto
a una temperatura de unos 2.000 grados centígrados. Además de los vidrios de
sílice, el enorme calor provocó la formación de microdiamantes como los
que se encuentran dentro del guijarro negro, al que los científicos han
bautizado como Hipatia en honor a la matemática y astrónoma de
Alejandría. “Los diamantes se producen a partir de material de carbono.
Normalmente se forman en las profundidades de la Tierra, donde la presión es
muy alta, pero también puedes provocar una gran presión con un impacto. Parte
del cometa impactó y la onda expansiva produjo los diamantes”, detalla Kramers.
Tal vez sea uno de los últimos secretos de la tumba de Tutankhamón que
quedaban por revelar, pero en cambio Hipatia no ha hecho sino comenzar a
mostrar los suyos. El descubrimiento ha motivado la puesta en marcha de un
proyecto internacional más amplio y ambicioso destinado a escuchar lo que este
guijarro puede contarnos sobre nuestros propios orígenes. “Los cometas
contienen los secretos de la formación de nuestro Sistema Solar, y tenemos una
oportunidad sin precedentes para estudiar material de un cometa de primera
mano”, concluye Block.
No hay comentarios:
Publicar un comentario